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Revista Pan-Amazônica de Saúde

versión impresa ISSN 2176-6215versión On-line ISSN 2176-6223

Rev Pan-Amaz Saude v.1 n.2 Ananindeua jun. 2010

http://dx.doi.org/10.5123/S2176-62232010000200018 

ARTÍCULO DE REVISIÓN

 

Leishmania chagasi Cunha & Chagas, 1937: ¿nativa o introducida? Una breve revisión

 

 

Fernando Tobias SilveiraI; Carlos Eduardo Pereira CorbettII

ISeção de Parasitologia, Instituto Evandro Chagas/SVS/MS, Ananindeua, Pará, Brasil. Núcleo de Medicina Tropical, Universidade Federal do Pará, Belém, Pará, Brasil
IIDepartamento de Patologia, Faculdade de Medicina da Universidade de São Paulo, São Paulo, São Paulo, Brasil

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RESUMEN

Esta revisión aborda la etiología de la leishmaniasis visceral americana debido a una reciente polémica sobre el origen de su agente etiológico, la Leishmania chagasi Cunha & Chagas, 1937. Como se sabe, este parásito fue destrito como una nueva especie de Leishmania en razón de su incapacidad de producir, experimentalmente, la leishmaniasis visceral en el perro doméstico; este carácter la diferenció de otro agente etiológico ya conocido de leishmaniasis visceral en la Cuenca del Mediterráneo en Europa: Leishmania infantum Nicolle, 1908. Luego de 50 años de la descripción de la Leishmania chagasi, el género Leishmania ha sufrido amplia revisión y el parásito fue reclasificado como un miembro del subgénero Leishmania, especie Leishmania (Leishmania) chagasi. Recientemente, en seguida a un análisis molecular usando la técnica de amplificación aleatoria polimórfica del DNA (RAPD), que comparó L. (L.) chagasi con L. (L.) infantum, se concluye que ambos parásitos eran genéticamente indistinguibles y, por lo tanto, que L. (L.) chagasi era sinónimo de L. (L.) infantum. Por ese motivo, esta revisión buscó agregar todo el conocimiento sobre la ecoepidemiología de L. (L.) chagasi en la Amazonía brasileña, principalmente acerca de los hábitos silvestres de su flebótomo vector, Lutzomyia longipalis, y su reservorio vertebrado, el zorro de campo Cerdocyon thous, con el propósito de demostrar que no se debe ser negligente con L. (L.) chagasi en el escenario parasitológico de la leishmaniasis visceral en el Nuevo Mundo; debe ser considerada, al menos en un nivel subespecífico, como Leishmania (L.) infantum chagasi.

Palabras clave: Leishmania; Leishmaniasis Visceral; Leishmania chagasi.


 

 

REVISIÓN HISTÓRICA SOBRE EL ESTATUS TAXONÓMICO DEL AGENTE ETIOLÓGICO DE LA LEISHMANIASIS VISCERAL AMERICANA

El agente etiológico de la leishmaniasis visceral americana (LVA) fue descrito por primera vez por Cunha y Chagas3, habiendo recibido el nombre específico de chagasi, un parásito protozoario perteneciente a la familia Trypanosomatidae Doflein, 1901 emend Grobben, 1905 y al género Leishmania Ross, 1903. La decisión de considerarlo una nueva especie de Leishmania se debió a los repetidos resultados negativos que se siguieron a los intentos de infección experimental de perros por el parásito, lo que lo distinguió del otro agente etiológico de la leishmaniasis visceral ya conocido en algunos países europeos de la Cuenca del Mediterráneo, Leishmania infantum Nicolle, 1908. Sin embargo, solamente cincuenta años después de la descripción de Leishmania chagasi, Lainson y Shaw10 realizaron una revisión profunda del género Leishmania y reclasificaron el parásito como miembro del subgénero Leishmania Saf'Janova 1982 (= Ross 1903), especie Leishmania (Leishmania) chagasi.

Recientemente, luego de una amplia comparación entre varias cepas de L. (L.) chagasi que habían sido aisladas en diferentes orígenes y países de América del Sur, particularmente Brasil (en humanos, perros domésticos y zorro de monte Cerdocyon thous), y cepas de L. (L.) infantum originadas del área endémica para leishmaniasis visceral en países europeos de la Cuenca del Mediterráneo, tales como Portugal y España, la técnica de amplificación aleatoria del ADN polimórfico (RAPD) demostró que las secuencias de ADN de ambas especies de parásito eran idénticas. Por este motivo, los autores del referido análisis concluyeron que L. (L.) chagasi es sinónimo de L. (L.) infantum y, consecuentemente, propusieron que L. (L.) chagasi no debería ser considerado una especie válida15.

Más recientemente, sin embargo, Lainson y Shaw11 defendieron mantener el parásito en un nivel subespecífico, como Leishmania (L.) infantum chagasi, con base en sus características etiológicas, como el hábitat silvestre de su flebótomo vector, Lutzomyia longipalpis7, y su reservorio vertebrado natural, el zorro de monte Cerdocyon thous20, así como en las diferencias previamente establecidas entre los perfiles de los fragmentos de kADN de L. (L.) chagasi y L. (L.) infantum, demostradas por el uso de la técnica de digestión por endonucleasas de restricción6,5, de proteínas de superficie radioiodinadas en sus formas promastigotes, de la generación de anticuerpos monoclonales contra superficies promastigotes18 y de estudios comparativos de radiorrespirometría4.

 

EL ACTUAL DILEMA A RESPECTO DEL ORIGEN DE LEISHMANIA CHAGASI: ¿NATIVA O INTRODUCIDA?

A pesar de los comprensibles argumentos presentados por Lainson y Shaw11 defendiendo mantener el nombre científico de L. (L.) i. chagasi en un nivel subespecífico, lo que parece ser absolutamente justificable, llevando en consideración su largo histórico científico de más de cincuenta años de trabajos publicados con respecto a la ecoepidemiología, las manifestaciones clínicas y la inmunopatología de la enfermedad causada por este parásito en América, algunos autores15,16,14 han intentado descalificar cualquier esfuerzo para mantener este parásito, sea a nivel específico, L. (L.) chagasi Lainson and Shaw, 1987, sea a nivel subespecífico L. (L.) i. chagasi Lainson and Shaw, 2005. Para esos autores, apenas L. (L.) infantum y L. (L.) donovani serían reconocidos como agentes etiológicos de la leishmaniasis visceral, siendo que el primero se encuentra en las áreas endémicas de la Cuenca del Mediterráneo, en Europa, en el norte de África y en las Américas Central y del Sur, y el segundo, en las áreas endémicas de India, este de África y Oriente Medio.

Delante de lo expuesto, creemos oportuno expresar nuestra opinión con relación a la propuesta taxonómica de Mauricio et al15,16, que utilizó el análisis molecular del ADN del parásito como criterio único y definitivo para decidir sobre la originalidad de la especie de Leishmania en estudio. Es necesario destacar que la definición de una especie no puede basarse tan sólo en sus características filogenéticas, sino también en sus aspectos biológicos, fenéticos y fenotípicos, resultantes de su carga parásito-genómica, y sus interacciones con el medio ambiente. Consecuentemente, para manejarlos, deben llevarse en consideración conceptos y tecnologías de la genética moderna24. A este respecto, parece claro que Mauricio et al15,16 ignoraron aspectos fenotípicos utilizados para clasificar a los parásitos de Leishmania, tales como: la morfología de las formas amastigotes y promastigotes; el comportamiento biológico experimental del parásito en animales domésticos y salvajes, bien como en vectores flebótomos; y la inmunología, la bioquímica, la ecoepidemiología y patogenia, o sea, las manifestaciones clínicas de la infección10,19.

En contraposición a lo defendido por estos autores15,16,14, que L. (L.) chagasi (sinónimo de L. (L.) infantum) habría sido introducido en América durante la colonización, dos cuestionamientos deben considerarse antes de cualquier afirmación. Primero, considerando que los primeros casos de LVA en Brasil fueron diagnosticados en 193417, ¿cómo explicar que, en un corto intervalo de tiempo, poco más de 400 años de colonización, L. (L.) infantum se haya vuelto capaz de rápidamente sobrevivir en Cerdocyon thous, que, diferentemente del perro doméstico, no presenta cualquier señal o síntoma debido a la acción patógena inducida por el parásito? Esta adaptación refleja un estadio de coexistencia entre el parásito y su huésped vertebrado generalmente aceptado luego de un largo proceso interactivo entre aquél y la respuesta inmune de éste, lo que ocurre tan sólo luego de miles de años. Segundo, L. (L.) infantum, que estaba adaptado a su vector flebótomo, Phlebotomus dubosqi, en países endémicos de Europa, tendría que haberse adaptado rápidamente a otra especie de vector flebótomo, Lutzomyia longipalpis, originario de un continente que presenta condiciones climáticas y ecología completamente distintas a las observadas en el continente europeo. Además, es importante destacar evidencias recientes que sugieren que este proceso de especialización entre el parásito y su vector flebótomo está fuertemente influenciado por una interacción específica entre las moléculas de ligandos glicoconjugados, especialmente el lipofosfoglicano (LPG), presentes en la membrana plasmática de superficie de las formas promastigotes metacíclicas de las especies de Leishmania y sus receptores en la membrana de las células epiteliales de la pared del intestino medio del vector flebótomo2,22,21. El LPG fue implicado como una molécula de adhesión específica que intermedia la interacción entre Leishmania y el epitelio del intestino medio del vector flebótomo. Delante de esto, debería suponerse que L. (L.) infantum, que es transmitido naturalmente por Phlebotomus dubosqi, sería capaz de adaptarse rápidamente al epitelio del intestino medio de Lutzomyia longipalpis, un vector flebótomo de especie y género completamente diferentes de L. (L.) infantum encontrado en un área endémica de Europa.

Como afirmado anteriormente, este proceso de especialización entre el parásito, su vector biológico y su reservorio salvaje, que caracteriza un ciclo enzoótico natural de las especies de Leishmania, fue bastante fundamentado en el caso de un parásito de Leishmania ser muy próximo a un parásito de L. (L.) chagasi aislado de las vísceras (hígado y bazo) de tres zorros cangrejeros salvajes Cerdocyon thous saludables, capturados en un área de bosque periurbano denominado "Parque Ambiental do Utinga" (Figura 1), próximo a Belém, Estado de Pará, Amazonía Brasileña, en donde no hay evidencias de enfermedades en humanos o en cánidos hasta el presente. Sin embargo, ya ha sido comprobado que este parásito de Leishmania causa infección visceral letal en hámsteres dorados luego de tres meses de inoculación vía intraperitoneal12. Por tanto, considerando que esta área todavía no está habitada ni por humanos ni por perros, este descubrimiento representa una fuerte evidencia de la existencia de un ciclo enzoótico indígena de parásitos de L. (L.) chagasi-like en la Amazonía Brasileña, que seguramente tuvo su origen antes del histórico reciente de la colonización del Continente Americano.

 

 

Otro punto que contradice la hipóteis evolucionista15,16,14, que está de acuerdo con la tesis de que el género Leishmania tuvo origen en América del Sur en el Paleoceno o el Eoceno, con posterior diversificación luego de su migración para Asia, dice respecto a la interpretación de lo que sucedió con el ancestral de Leishmania que migró para el continente asiático. La hipótesis evolucionista afirma que ningún ancestral de Leishmania permaneció en América del Sur. Sin embargo, ¿cómo explicar el origen de un vasto número de especies de Leishmania existente en la región? En verdad, hay más de veinte especies de Leishmania reconocidas que pertenecen a los subgéneros Leishmania y Viannia, incluyendo a L. (L.) chagasi, el único parásito de Leishmania responsable por la LVA11.

 

CONSIDERACIONES FINALES

Considerando los argumentos antes mencionados, dos aspectos importantes deben ser destacados. El primero se refiere a la considerable especulación acerca de la hipótesis evolucionista propuesta por Lukes et al14, basada en el análisis filogenético entre L. (L.) chagasi y L. (L.) infantum. Como ya hemos dicho, a pesar de haber sido demostrada una gran semejanza filogenética entre estos dos parásitos, los autores han propuesto que el género Leishmania habría tenido origen en América del Sur, en el Paleoceno o el Eoceno, con posterior diversificación luego de su migración a Asia. Este hecho produjo dos ramificaciones: Leishmania donovani, en el subcontinente indio, y Leishmania infantum, en el continente europeo. Más recientemente, también fue sugerido que Leishmania infantum habría sido introducido en América por sus colonizadores. Esta hipótesis evolucionista parece ser especulativa y contradictoria: es imposible creer que un ancestral de Leishmania migraría al continente asiático sin dejar un parásito descendiente en su lugar de origen. Recientemente, en el Parque Ambiental do Utinga, en la misma área en que Lainson et al12 encontraron un parásito L. (L.) chagasi-like de una infección visceral natural en un zorro Cerdocyon thous, fue identificado un parásito de Leishmania en Lutzomyia tuberculata, Leishmania (Viannia) utingensis Braga, Lainson, Ishikawa y Shaw1. No hay registros de este parásito fuera de la localidad tipo en la que fue aislado por primera vez, lo que demuestra claramente que, como en otros parásitos de L. (L.)  chagasi-like,  existen  ciclos  enzoóticos  indígenas cerrados de parásitos de Leishmania en el Nuevo Mundo que indudablemente descendieron directamente de un ancestral indígena de Leishmania. De acuerdo con estos datos, también se debe destacar el hallazgo reciente de Lutzomyia longipalpis en un área de bosque dentro de la sede del Instituto Evandro Chagas, en el Municipio de Ananindeua, Estado de Pará, Brasil23, área esta contigua al Parque Ambiental do Utinga. Este hecho confirma la existencia de un ciclo enzoótico indígena de L. (L.) chagasi en esta área, en la que no hay ninguna evidencia de enfermedad visceral humana o canina.

El segundo aspecto a ser considerado son los criterios (morfología, biología experimental, ecoepidemiología, inmunología, bioquímica y patogenicidad) utilizados para la identificación y clasificación de los parásitos de Leishmania, ampliamente discutidos por Lainson y Shaw10 en su última revisión del género Leishmania. Como recientemente observado por Tibayrenc24, a pesar de haber sido reconocidas grandes ventajas en el análisis del ADN de Leishmania por medio de técnicas de biología molecular para diferentes objetivos, el análisis de ADN debe ser utilizado como una herramienta complementar para la identificación precisa de una especie de Leishmania, y no como un factor determinante en su identificación. De este modo, no podemos omitir la importancia de algunos estudios acerca, principalmente, de la originalidad de la biología y la ecoepidemiología de L. (L.) chagasi en América7,20,12,13,9,8.

En conclusión, no estamos de acuerdo con la propuesta de descalificar a L. (L.) chagasi, que ha sido reconocido durante más de cincuenta años como el agente etiológico de LVA, con base en la similitud de su ADN con el de L. (L.) infantum. Este hallazgo, por sí solo, no confirma sus características taxonómicas de forma suficiente para anular todo el conocimiento científico acumulado sobre este parásito de Leishmania en los últimos cincuenta años. Por lo tanto, creemos que la mejor decisión a ser tomada en referencia a este tema sería la de mantener el estatus subespecífico del agente etiológico de LVA como L. (L.) i. chagasi, como propuesto por Lainson y Shaw11 en su última revisión de los parásitos neotropicales de Leishmania con importancia médica.

 

REFERENCIAS

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Correspondência / Correspondence / Correspondencia:
Fernando Tobias Silveira
Instituto Evandro Chagas,
Seção de Parasitologia
Rodovia BR 316, km 07, s/no. Bairro: Levilândia
CEP: 67030-000
Ananindeua-Pará-Brasil
E-mail:fernandotobias@iec.pa.gov.br

Recebido em / Received / Recibido en: 21/1/2010
Aceito em / Accepted / Aceito en: 25/6/2010